Jésica Baltazares
“Gaslighting”, el otro feminicidio (1ª parte)
Si frases como “Exageras”, “Estás loca”, “Dime exactamente qué dijimos”, “Nunca hablamos de eso, lo estás imaginando” y otras semejantes, te suenan familiares en tu relación de pareja, ten mucho cuidado, podrías estar en el penoso, largo y muy sutil camino del “Gaslighting”.
Término surgido a la partir de la película de George Cukor de 1944, Gaslight (Luz que agoniza), donde la trama gira en torno a un marido que pretende convencer a su esposa de que recuerda episodios de su vida de manera incorrecta, que imagina situaciones, el gaslighting es precisamente ese tipo de violencia, la que pretende poner a la víctima contra la pared, al dudar de sí misma, de su capacidad mental, de su cordura.
Probablemente esta agresión no provoca lesiones físicas, no hay golpes, no hay costillas fracturadas, ni moretones en el cuerpo, sin embargo, en el largo plazo mina el espíritu de la víctima, acaba con un elemento indispensable de la persona, la confianza en sí misma y, con ello, termina con su vida, por lo menos emocional.
Quien ejerce este tipo de violencia se convierte en un experto en el arte de la manipulación, con frases como “estás loca”, “yo nunca dije eso”, “te estás imaginando cosas”, semejante a una gota de agua que cae sobre una piedra, va taladrando en la mente de su presa que, en efecto, no es capaz de distinguir la realidad de la fantasía, que la cordura no le acompaña, hasta el grado de dudar de aquello que ve o percibe.
El gaslighting puede avanzar a tal punto que la víctima termine por convencerse que realmente malinterpreta un hecho o situación y por tanto admite que lo que antes criticaba, probablemente no es tan grave, porque tal vez ella sí está “exagerando”, en otras palabras, abre la puerta a aceptar que, probablemente, si está “loca”.
Se lee tan sencillo que probablemente por eso es tan difícil de detectar. La línea es muy fina, extremadamente delgada, pero quien vive este tipo de violencia, realmente vive sufriendo a diario, porque empieza a perder el sentido de la realidad.
De acuerdo a los especialistas, esta violencia no sólo busca modificar la conducta de la víctima, sino lograr cambiar quién es esa persona, para que, su abusador, logre el control absoluto sobre ella.
Y ¿qué pasa cuando la víctima está tan convencida de su falta de cordura? Podría pisar fondo, pero… se lo platico en mi próxima entrega.
De política y una imperfecta democracia
Lorenzo Rivera, una buena noche en el Palenque
Cualquier administración municipal, incluso la mejor, puede tener una fisura bastante apetitosa para la prensa ¿qué hacer para encontrarla? Investigar, sí, para después, verificar. Ambas tareas, por cierto, ampliamente estudiadas en las aulas universitarias.
¿Por qué recurrir al bulto? ¿A la crítica barata? Bueno, porque simplemente no hay ni técnica, ni ética y, mucho menos, aulas universitarias.
Este lunes circuló un video del presidente de Chignahuapan, Lorenzo Rivera Nava, donde se aprecia intercambiando palabras con personal de seguridad del Palenque de la recientemente concluida Feria de Puebla.
Sin investigación, sin verificación y supongo que mucho menos sin ética, la imagen fue usada en una publicación donde se afirma que el edil fue “sacado” del lugar.
Nada más lejos de la realidad. Resulta que Lorenzo Rivera Nava confundió sus lugares en el Palenque y tuvo que intervenir personal de seguridad para ubicarlo en el sitio donde correspondían sus boletos.
¿Despistado? Probablemente ¿Corrido? No, disfrutó a todo pulmón del espectáculo.
¿Desde qué ángulo fue tomado el video? Uff.
Nos leemos
Sígueme en TW @jesibalta