Los Juegos

El extraño contexto patrimonial de un magistrado electoral

Álvaro Ramírez Velasco

Las grandes fortunas, de aparición tan súbita que levantan sospechas, así como los entornos patrimoniales inusuales, lo mismo de las personas con actividades públicas, que privadas, han sido la llave para detectar presuntos ilícitos, especialmente, desde hace algunos años.

El dicho popular en inglés follow the money, que completo es “if you want to find the crime, follow the money” (si quieres encontrar el delito, hay que seguir la pista al dinero), se ha convertido en eficiente axioma.

No quiero citar a fondo, ni ejemplificar, para no ser tan repetitivo, con el ya tan conocido caso de Diario Cambio, sus directivos y otros medios de comunicación con que esa empresa está hermanada, pero es una historia harta conocida, que hoy tiene a algunos en la cárcel y a otros a salto de mata. Y tendrá más.

Fue un follow the money, a través de una investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la que destapó esa cloaca.

Con los controles bancarios actuales, tan severos, es difícil que, aquellos que pretendan hacerlo, logren realizar con éxito transacciones onerosas.

Depósitos constantes de más de 15 mil pesos en un mes, sin justificación y en efectivo, pueden llamar la atención del Sistema de Administración Tributaria (SAT), aseguran los contadores que son rigurosos con las leyes.

Comprar un auto al contado, ni pensarlo. Casas, menos y ahí hay casos de inmuebles recientemente asegurados, por ejemplo, en la Colonia El Mirador de Puebla capital.

Por eso, llama la atención que servidores públicos tengan un contexto patrimonial relativamente reciente, que resulte inusual.

Es el caso del magistrado presidente del Tribunal Electoral del Estado de Puebla (TEEP), Ricardo Adrián Rodríguez Perdomo, sobre quien varias miradas han volteado con interés.

El juzgador electoral que, por cierto, negó con su ponencia la apertura y recuento total de la elección de la gubernatura en 2018, lo que hubiera comprobado, sin lugar a dudas, el descomunal fraude del morenovallismo, adquirió ese mismo año tres inmuebles.

Bueno, corrijo: él -quien es soltero– adquirió y puso a su nombre uno de los tres, pero los otros dos quedaron a nombre de su hermana Liliana Rodríguez Perdomo, quien se supone que fue también la compradora de éstos, de acuerdo con los datos públicos a disposición.

Se trata del Lote 8 Calle Huerta, Rancho Chapulco 8 y 12, número 631 de la Prolongación 107 A Oriente del Fraccionamiento Ex Hacienda Chapulco.

Dos: Casa 11 de la cerrada El Encanto, conjunto habitacional María Luisa, en 40 Note 201, Ex hacienda Concepción Morillotla.

Y tres: Predio Rústico Pilanco, de la comunidad de la Trinidad Tianguismanalco, en el municipio Tecali de Herrera, Puebla.

Los tres se han detectado en el contexto patrimonial de los hermanos Rodríguez Perdomo, a partir de 2018. Efectivamente, el año de la elección, de aquel gran fraude.

Si miramos al retrovisor, repararemos que así lo consideraron millones de poblanos: un fraude.

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