Por la Dra. María Lilia Cedillo Ramírez
Rectora de la BUAP y especialista en Microbiología
Hola queridos amigos, al fin estoy de regreso, ya me hacía falta escribir de nuevo. ¡Los extrañé horrores!
Aprovecho este espacio para decirles que a pesar de los avances científicos no creo que alguien a ciencia cierta sepa qué pasará con esta pandemia y las sorpresas que para bien o para mal nos pueda dar el SARS-CoV-2, el villano de esta película. Sabemos que no es de fiar porque en cualquier momento puede mutar y dichas mutaciones dan origen a variantes más o menos peligrosas para el humano, y de ello dependerá lo que pueda suceder con nosotros respecto a la pandemia.
Pero por vía de mientras, trataremos de explicar qué onda con las mutaciones.
Empezaremos diciendo que cuando un virus va a replicarse, lo primero que hace es realizar una copia de su material nucleico, ya sea DNA (ácido desoxirribonucleico) o RNA (ácido ribonucleico), es decir, se va reproduciendo nucleótido por nucleótido. Sin embargo, en este proceso de copiado pueden presentarse algunos errores, ya que los virus a diferencia de las bacterias carecen de un mecanismo que les permita verificar sus errores y repararlos, o sea los dejan ir, digamos que los virus son algo “mal hechitos” porque no tienen un buen control de calidad.
Estos errores dan origen a las mutaciones que surgen al azar, es decir, se pueden presentar en cualquier lugar del genoma del virus y en ocasiones esa mutación puede generar virus con la capacidad de causar daño, pero en otros casos se crean microorganismos que pueden ser menos agresivos, y es entonces cuando se origina lo que conocemos como variante.
Por ejemplo, en el caso de SARS-CoV-2, si la mutación se genera en la proteína S, que es la responsable de interactuar con el receptor del virus en nuestras células -que es la llave que le abre la puerta al virus para que entre a nuestras células y las infecte-, entonces pueden presentarse varios escenarios: que la variante se una con más fuerza al receptor y dé origen a un virus con mayor capacidad de infectar; o que cambie a la proteína S y las vacunas dejen de ser tan efectivas para combatir a la variante del virus; o que la mutación en la proteína S dé origen a una variante menos infectiva.
Esto quiere decir que entre más tiempo esté el SARS-CoV-2 dentro de una persona, las posibilidades de que mute y dé origen a una variante son mayores. El virus puede mutar cada 12 horas, pero no todas las mutaciones, afortunadamente, pueden producir una variante más peligrosa.
Este proceso se presenta cuando el SARS-CoV-2 infecta a una persona que padece alguna inmunodeficiencia, esta situación en su estado de salud puede provocar que el organismo tarde tiempo en eliminar al virus, lo que conlleva a generar un buen número de mutantes, los cuales a su vez dan origen a variantes que pueden ser más o menos peligrosas como Alpha, Beta, Gamma, Epsilon, Eta, Iota, Kappa, Mu, Dseta, así como las que conocemos actualmente que son Delta y Ómicron.
Hoy estamos a merced del azar, y nadie puede predecir lo que va a suceder.
Debido a ello, la Organización Mundial de la Salud ha pedido a todos los países que sean cautelosos en levantar las medidas como el uso del cubrebocas y la sana distancia.
Recuerden cómo inició la pandemia, un solo virus fue capaz de mutar y adaptarse para infectar al hombre, y mientras el SARS-CoV-2 ande circulando en nuestro entorno, todo puede suceder.
Así pues, como en los partidos de futbol, esto no termina hasta que el árbitro silba, o sea, hasta que al bendito virus se le ocurra. Mientras tanto a seguir cuidándonos por favorcito.
Para comentarios, sugerencias y opiniones les dejo mi correo: lcedil9@gmail.com