Horas antes del inicio de la marcha en defensa del INE, ayer, la presencia de miles, cientos de miles de personas —según los organizadores—, estremeció el Paseo de la Reforma. El camino de 3 kilómetros entre la glorieta del Ángel de la Independencia y el Monumento a la Revolución fue poblado durante más de cinco horas por un impetuoso reclamo: “¡el INE no se toca!”.
Pocos de los participantes en esta marcha que empezó como algo tentativo hace 18 días, en una reunión en las viejas oficinas del PRD de Monterrey 50, y que al materializarse se desbordó festiva, pacíficamente, con un acento de color rosa, fueron los que alcanzaron a escuchar de forma directa la advertencia que hizo José Woldenberg desde un templete en la Plaza de la República, de donde emergían sonoras arengas de “¡Mé-xi-co-Mé-xi-co!”
Woldenberg, conocido como un inquebrantable luchador por la democracia electoral y sindical, y también necaxista de hueso colorado, que fue preso político en 1977 (y obtuvo amnistía en 1979), militante comunista, perredista, primer presidente del IFE ciudadano, después de una caminata, fue ayer el único orador en la marcha en defensa del INE, donde lo más prescindible fue la clase política, aunque ahí estuvo para no perder la oportunidad de placearse pa’la foto o lo que se ofreciera.
Sin ningún destinatario específico, Woldenberg centró su discurso en México, el INE, el autoritarismo, el diálogo, la democracia, el pasado, la diversidad política y el futuro. Fue elocuente, claro, sencillo, como suele ser el catedrático de la UNAM, así logró hacer clic con su audiencia, que le aplaudió desaforadamente.
“México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad por más relevante que sea (…) México no puede ni debe trasladar el padrón electoral a otra institución porque el INE ha cumplido con creces en la elaboración de un listado confiable, cuyas credenciales se han convertido de facto en cédulas de identidad ciudadana (…) México viviría conflictos evitables, innecesarios, interminables y costosos si las normas electorales no son producto del consenso de las principales fuerzas políticas del país”.
Distinto a lo que se esperaba, la reunión de personas en torno a la marcha de ayer domingo, fue muy disímbola: había personas con ropa y zapatos finos y también gente humilde. Unos se formaban frente al bote de tamales y otros hicieron fila en la ventanilla de Le Pain Quotidien o Starbucks. Ese es el mundo.
Unos hombres sentados en una banca en torno al Ángel de la Independencia fueron precisos en su observación. “Está bien plural la marcha”, dijo uno, y el otro respondió: “la patria no tiene clases sociales”.
La marcha de ayer, tampoco fue, como se quiso perfilar, como una manifestación en contra de la llamada 4T y su forma de conducir el país. No hubo reclamos contra la adhesión de la Guardia Nacional al Ejército, o la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles, o la reforma al sector eléctrico, ni siquiera cómo se manejó la pandemia, o la creciente violencia en el país. Todo giró alrededor de la reforma política electoral.
Prueba de ello son algunas mantas y pancartas que se exhibieron en el recorrido: “Paz y autonomía electoral”; “Es un horror lo que quiere Obrador”; “No defendemos sueldos ni privilegios”; “Somos el pueblo sabio”; “Basta de ocurrencias”; “Defensores de la democracia”; “Yo defiendo al INE”.
“Quienes estamos hoy aquí —dijo Woldenberg en su discurso—, ciudadanos todos en el ejercicio de nuestros derechos, sabemos, porque lo vivimos, que en nuestro país laten diferentes formas de pensar, distintos intereses y cuerpos valorativos, diversas plataformas políticas e ideológicas, y que sólo desde el autoritarismo más ciego se puede aspirar a homogeneizar esa riqueza de expresiones. Por el contrario, nosotros valoramos esa diversidad porque creemos que en ella radica parte de la riqueza de nuestra nación y por eso estamos obligados —sí: obligados— a garantizar su expresión, coexistencia y competencia civilizada. Y es en ese horizonte en el cual elecciones auténticas, libres, equilibradas, resultan insustituibles. Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción por un pasado que en buena hora fue desterrado”.
ARRANQUE
Antes de las 9 de la mañana, cuando los organizadores de Unid@s no se imaginaban lo exitosa que sería la marcha que empezaron a armar entre René Arce y Amado Avendaño el 21 de octubre en la cafetería Va un café, que está en la esquina de Miguel Laurent y Tenayuca, los primeros en asomarse por el Ángel fueron 2 de las 43 corcholatas de la oposición, Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, según el presidente.
Con X. González y De Hoyos iban Marco Antonio Adame, exgobernador panista de Morelos, y la exdiputada federal del PRD, Verónica Juárez, muy entusiastas. Un vendedor de banderines con la leyenda “el INE no se toca”, unos con fondo en blanco y otro en rosa y de banderas de México, se les acercó. Vendía a 20 “pesitos” los banderines y las banderas las tenía de 50 y 70.
Quienes pudieron reconocer a Claudio X. González se le acercaban e hicieron peticiones como si ya estuviera en campaña. Él escuchó con atención pero no se comprometió a nada.
A los minutos apareció otra corcholata opositora: Margarita Zavala. Popular entre la tropa, la diputada federal se dejó tomar fotografías con cuanta persona se lo pidió.
A unos cuantos metros de margarita y Luis Felipe Calderón Zavala como su discreta sombra de su madre, un joven que dijo ser activista independiente se disfrazó. Se puso un tacuche negro, una máscara de látex que semeja el rostro del Presidente, se colgó un trapo tricolor al hombro y blandía un ejemplar del Rey del cash. La puntada del activista independiente gustó tanto que muchos le pedían una selfi.
En ese entorno también estuvo Diódoro Carrasco y su esposa Clara Scherer. Al político oaxaqueño, como secretario de Gobernación en el 2000, recordó él, le tocó dar todas las facilidades al IFE, para la primera transición después de más de 70 años de gobierno priista, que fue el triunfo del panista Vicente Fox, por cierto, presente en la marcha, faltaba más faltaba menos.
En minutos se llenó la glorieta del Ángel, pero también la ruta de Paseo de la Reforma hacia el Monumento a la Revolución. Fernando Belauzarán fue el encargado de prender los ánimos en el Ángel. Se esmeró por subrayar que se trataba de una marcha pacífica y que se evitara caer en provocaciones. Y vaya que las hubo. Sobre el monumento a Cuauhtémoc, en Paseo de la Reforma e Insurgentes, un grupo de partidarios del oficialismo cargó contra el INE. “El INE nido de ratas”, se leía en una pancarta; y en una manta rosa, se leía “INE es fraude y corrupción”. También se pudo escuchar más de un grito en medio de los marchantes: “Es un honor estar con Obrador”. Otro, en donde está el antimonumento de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, injuriaba a los participantes, hasta que una mujer lo puso en su lugar, explicándole comedidamente que no se trataba de defender a alguien en particular, sino a una institución, “porque todos los políticos son iguales, siempre nos quedan a deber”, le dijo.
Y mientras los organizadores terminaban de acomodarse, según ellos, para que la vanguardia de la marcha arrancara con un grupo de jóvenes, miles y miles de personas que llegaron al Paseo de la Reforma por la Zona Rosa, principalmente, fueron llenando la Plaza de la República inexorablemente.
Un espécimen en peligro de extinción, un perredista, de nombre Cuauhtémoc Alcocer de mero Iztapalapa, con todo y banderín fue de los que se apoderaron primero del escenario donde Woldenberg se refirió a las próximas elecciones presidenciales de 2024, sin precisar fecha:
“Las próximas citas electorales deben contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares en la noche y por supuesto que ganadores y perdedores sean definidos por el voto de los ciudadanos y sólo por ellos”.
Con un tono muy académico, Woldenberg hizo un llamado a los grupos parlamentarios de Morena, PAN, PRI, Movimiento Ciudadano, PRD, PT, Verde Ecologista “sin exclusiones ni excepciones” tanto del Congreso de la Unión como de los congresos de los estados “a que defiendan lo edificado en materia democrática y no conduzcan a nuestro país a una etapa venturosamente superada: la del autoritarismo que se auxiliaba de autoridades electorales a modo”.
PLURALIDAD
Entre los cientos de miles de marchantes estuvieron mujeres y hombres que han trabajado desde distintas trincheras por la democracia electoral, como María Amparo Casar, Cecilia Soto, Roger Bartra, Ricardo Pascoe Pierce.
De alguna forma u otra, todos ellos supieron que José Woldenberg, desde el templete del Monumento a la Revolución, con una gorra beisbolera negra y la leyenda “yo (un dibujo de un corazón rosa) INE”, en plural refrendó el “compromiso con la democracia” y por ello, sostuvo el académico, “defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos y que permite la coexistencia de la diversidad y la sustitución de los gobiernos por vías pacíficas y participativas. Ese es el México que queremos: un México para todos, un México cuya diversidad cuente con un formato para su convivencia y competencia”.
Woldenberg dio el cerrojazo a su discurso de defensa: “El día de hoy refrendamos nuestro profundo compromiso con la democracia y por ello defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos y que permite la coexistencia de la diversidad y la sustitución de los gobiernos por vías pacíficas y participativas. Ese es el México que queremos: un México para todos, un México cuya diversidad cuente con un formato para su convivencia y competencia.
“Por ello decimos: No a la destrucción del INE. No a la destrucción de los institutos locales. No a la destrucción de los tribunales locales. No a la pretensión de alinear a los órganos electorales a la voluntad del gobierno. No al autoritarismo. Sí a la democracia. Sí a un México democrático.
Después que el pueblo habló con un hecho incontrovertible que es el resultado de la marcha de ayer, queda esperar la posición de quienes desde el oficialismo quieren un cambio de reglas de la democracia electoral, que desde 1990 tuvo un giro debido a la polémica elección presidencial de 1988, con la creación del IFE, antecesor del INE, que ayer fue defendido por miles, cientos de miles de personas.
Según Claudio X González los manifestantes se hicieron presentes en al menos 63 ciudades de 4 países (México, Estados Unidos, España y Escocia), donde cientos de miles mostraron su preocupación por posibles cambios al INE y la defensa de la democracia.
Con información de Excelsior
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