Karla Lorena López Acametitla de San Martín Texmelucan y con 23 años de edad abordó un avión en compañía de sus padres; ella pagó el vuelo con su salario. Aterrizó en Mérida y se formó afuera de un auditorio lleno de jóvenes universitarios.
Con su mejor sonrisa y el orgullo de años de esfuerzo, la egresada de la IBERO Puebla recibió el Premio CENEVAL al Desempeño de Excelencia EGEL 2022.
La joven se define como creyente de la importancia de la mejora diaria. Fue esta filosofía la que la llevó a estudiar en el Departamento de Negocios de la Universidad Jesuita en 2017, su primera experiencia en educación privada.
Con una carrera técnica en contaduría en su portafolio, Karla se inclinó por el perfil holístico de la Licenciatura en Administración de Empresas. “Nos hacían tener un plan de vida estructurado”, recuerda.
Su instinto natural por el conocimiento y la apertura a conocer a otras personas la llevó a involucrarse en actividades extraacadémicas de todo tipo: taller de ritmos latinos, grupos de interés, los consejos técnico y estudiantil de su carrera, y las Comunidades Universitarias de Vida Ignaciana (CUVI).
Y entonces llegó la Covid. Como millones de estudiantes, Karla López regresó a casa y se adaptó a la educación a distancia lo mejor que pudo.
“Al principio fue divertido porque te podías parar a media clase por un sándwich”, recuerda, “pero sí se extrañaba la convivencia”. Y añade: “Uno diría que los jóvenes se adaptan rápido a la tecnología, pero también hace falta lo presencial”.
Aun así, la recién egresada destaca la labor del profesorado en medio del caos. “La cura personalis no dejó de estar presente”, suma Guillermina Mora Basurto, coordinadora de la Licenciatura, quien apunta que los docentes flexibilizaron sus planes de estudio y brindaron acompañamiento integral a deshoras para garantizar la experiencia educativa de inspiración ignaciana.
La pericia profesional no siempre es sinónimo de competencias tecnológicas. Mora Basurto también destaca que los profesores recibieron capacitaciones en tiempo récord para reinventar los procesos de enseñanza-aprendizaje y adaptarlos a los nuevos entornos virtuales.
Mientras se transitaba a trompicones de vuelta a la normalidad prepandémica, Karla realizó su servicio social con empresas incubadas en el IDIT IBERO Puebla.
“México está lleno de pequeños emprendimientos que necesitan apoyo”. En contraste, sus prácticas profesionales tuvieron lugar en Faurecia, una empresa de la rama automotriz en la que encontró una nueva pasión: los recursos humanos.
Estos primeros roces con el mundo exterior le permitieron tener un desempeño sobresaliente en el EGEL. Según relata, resolvió los casos relacionados con su nueva área de interés basándose en las experiencias que acumuló en las prácticas.
Para lidiar con el estrés de la maratónica prueba, recurrió a técnicas de mindfulness que aprendió durante el momento crítico de la pandemia.
De reunirse con sus amigas a repasar años de teoría una y otra vez, la joven pasó a conseguir empleo en la oficina de Recursos Humanos para México y Latinoamérica de la trasnacional Unilever.
Su interés por la distribuidora de productos nació a partir del giro sustentable y espíritu humano. “Siempre puedo aportar un granito de arena. Ayudar a las personas a que hagan lo que les gusta es la mejor manera de disfrutar el trabajo”.
La profesionista que de niña jugaba a ser la maestra del salón regresó de Mérida con una medalla en la mochila y energías renovadas.
Según Guillermina Mora, el logro es un recordatorio de las expectativas que se tienen sobre los egresados de Administración de Empresas: personas capaces de generar empleos dignos que pongan en el centro la integridad humana.
Karla López, que se describe como una persona proactiva, diversifica sus aspiraciones para el futuro. Mientras se prepara para estudiar un posgrado en el corto plazo, también planea la fundación de un negocio propio y una organización para mujeres emprendedoras. “La mejora diaria sí da resultados”, celebra desde su oficina en Ciudad de México.