Los Juegos

Nieto, el carbonero que le ‘limpió’ la cara a Moisés

Álvaro Ramírez Velasco

El parlamentario añejo, petulante, vanidoso, endiosado de sí mismo, pero histórico, eficiente y un deleite en tribuna, Pablo Gómez Álvarez, se adueñó el pasado jueves 7 de julio de la conferencia mañanera en Palacio Nacional, para anunciar que la dependencia que encabeza desde hace siete meses, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), presentó una denuncia contra el ex mandatario Enrique Peña Nieto (2012-2018), de militancia priísta, por posibles operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Pero esa no fue la nota. O no toda.


Al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo que interrumpirlo con un “ya, ya, ya”, el ex líder estudiantil del Movimiento de 1968 reveló que su antecesor en la UIF, el queretano Santiago Nieto Castillo, es un corrupto. (Qué ironía, dos Nietos de apellido quedaron exhibidos por corruptos en la misma conferencia: Enrique Peña y Santiago).


“Miren, les quiero decir una cosa que a lo mejor es una imprudencia: la Unidad de Inteligencia Financiera no estaba en la lucha contra la corrupción, era parte, ahí se las dejo”, arrojó de tajo y con estruendo Gómez, aunque para muchos pasó inadvertida su denuncia.
La traducimos: “la UIF de Santiago Nieto era parte de la corrupción”.
Y aplicamos el silogismo: “Santiago Nieto era parte de la corrupción”.


Luego, entonces, “Santiago Nieto es corrupto”. Esa es la acusación que lanzó Gómez Álvarez y que el Presidente trató de clausurar con un “ya, ya, ya” (ahí está el video).


Sin embargo, y también es un hecho relevante, las investigaciones que heredó Nieto Castillo a Pablo han sido reconocidas por el ex diputado federal y ex senador.


Es más, no se han siquiera intentado desarticular las judicializaciones en torno a esas indagatorias.
Es el caso de la investigación por lavado de dinero, evasión fiscal y operaciones con recursos de procedencia ilícita que la UIF realizó, y de la que se desprendieron solicitudes de órdenes de aprehensión, contra socios del diputado federal poblano Moisés Ignacio Mier Velazco y en la que se menciona a él y a la empresa de la que posee 35 por ciento de las acciones, Multisistema de Noticias Cambio (Diario Cambio).


Investigación que el mismo Pablo confirmó el 27 de mayo en un documento oficial público y que luego, el martes 12 de julio, Nieto reiteró que es real, aunque intentó lavarle la cara a Moisés. Un carbonero, apenas unos días antes señalado de “corrupto”, limpiándole la cara a una de las cabezas de una empresa señalada directamente por lavado de dinero.


Agregó Santiago que nunca hubo carpeta contra Moisés. Nada nuevo. La investigación de los periodistas Víctor Hugo Arteaga y Néstor Ojeda, que destapó el caso, lo señala, lo menciona, lo ubica como uno de los dueños de la empresa, pero jamás habla de que el de Tecamachalco sea objeto u objetivo de la judicialización.


Moisés, sus voceros y sus colaboradores debieron haber reprobado lectura de comprensión en la educación básica.


Si, como el mismo clan Mier presume, Moisés Ignacio presionó a Santiago Nieto para que lo “exonerará”, a mal y podrido árbol se acercó.


Así, como Arturo N., socio de Mier y hoy preso en el penal de Tepexi, era un “administrador de reputaciones”, Santiago Nieto Castillo se convirtió, a la luz de los datos, en su “administrador de investigaciones”.


El oficio, al fin de cuentas, de regentear.

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