Jésica Baltazares
¿Eres una ventana rota?
Qué fuerte, pero es la realidad y, como lo señalé en mi anterior columna, la idea es entrarle al tema como es.
Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford, decidió realizar un arriesgado experimento social en 1969. Abandonaron un coche sin placas, puertas abiertas, en el sumamente peligroso barrio neoyorquino del Bronx. En cosa de minutos, la unidad empezó a ser desmantelada, en unos días nada de valor restaba por robarse del vehículo.
Posteriormente, el psicólogo abandonó otro auto, en las mismas condiciones, ahora en Palo Alto, California, un sitio diametralmente opuesto al Bronx: lujoso, habitado por familias con solidez financiera. Pasó una semana y no hubo reacción, así que Philip Zimbardo rompió con un martillo una de las ventanas, es decir, el coche pasó de un buen estado a mostrar un signo, sólo uno, de deterioro y abandono.
Los muy acaudalados habitantes de Palo Alto destrozaron la unidad con la misma habilidad que los pobres del Bronx. El hecho en su conjunto dio paso a la teoría del “Síndrome de las ventanas rotas”
Este experimento se convirtió en el origen de la teoría del “síndrome de las ventanas rotas”, que explicarían años más tarde los científicos sociales James Wilson y George Kelling.
Tristemente eso ocurre con las personas, los depredadores detectan cuando una mujer vive en condición de vulnerabilidad, la ventana rota puede reflejarse en un sinfín de situaciones: abuso sexual en el hogar, violencia familiar, un padre o madre abusiva, adicciones en casa, pobreza extrema, entre muchas más.
El depredador observa y elige a su víctima, simple y sencillamente termina de “desmantelar” a la persona. Sabe que, si a la “ventana rota” le añade otra lesión, no pasará nada, ni en la sociedad que apenas si voltea a ver un vehículo abandonado y mucho menos con la persona vulnerada, porque una vez que ha iniciado el proceso de destrucción resulta muy complejo detenerlo.
Suena terrible, claro, lo es. Los psicólogos explican que este síndrome es en buena medida, uno de los factores de delitos tan atroces como la trata de personas, la violencia sexual, física y, por supuesto los feminicidios.
Me remito a lo señalado hace unos días. Todo empieza en casa. ¿Qué tipo de personas estamos formando? ¿Qué valores enseñamos? Y, más importante ¿Qué estamos permitiendo que ocurra desde el hogar?, sí, desde el hogar, porque la primera ventana se rompe en el seno familiar en prácticamente todos los casos.
Cuando nos preguntamos ¿por qué una mujer que es violentada se queda en el mismo lugar por años?, probablemente la respuesta esté en su infancia, en un hogar con abusos, con indiferencia, con golpes. Por eso el fenómeno es tan difícil de erradicar. Peor aún, por eso pareciera que va en aumento.
Observemos el hogar, la familia, ese núcleo básico de la sociedad que hoy convulsiona.
De política y una imperfecta democracia
Después del muy desatinado spot que una mano oculta (aunque ya se ha adjudicado su producción a la muy cuestionada por malita, ex presidenta de Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco), puso en las redes sociales este miércoles respecto a que en Puebla “toca gobernadora”, la secretaria federal de Medio Ambiente, María Luisa Albores, salió para asegurar que ella no va, que tiene un compromiso primario con el presidente López Obrador y está concentrada en su actual función.
Quedan claro dos puntos con el mensaje de la secretaria Albores, uno: de ella no fue la manufactura de tan pésimo video y dos: ¿quién le pidió emitirlo? Bueno, si su jefe, a quien es completamente leal, es el presidente, saque sus conclusiones.
Más aún ¿a quien beneficia ese movimiento de la secretaria Albores? O dicho de otra forma ¿A quién le están limpiando el camino en Puebla?
Nos leemos.
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